Por Courtney Keen (Publicado en Estudios Bíblicos para la Vida, Invierno 2020)
Katherine y Jay Wolf tienen una visión diferente de gozo en la vida. Un misionero hace un viaje para ofrecer un mensaje que salva la vida. «De la misma forma, sentimos que Katherine ha recorrido un largo camino, desde estar al borde de la muerte para compartir algo importante», dice Jay Wolf de su esposa. Katherine estuvo al borde de la muerte hace una década cuando los Wolf tenían apenas 26 años. Después de graduarse de la Universidad de Samford, en Birmingham, Alabama, el matrimonio se mudó a Los Ángeles para que Jay pudiera asistir a la Facultad de Derecho y Katherine trabajara en la industria del entretenimiento.
El 21 de abril de 2008 Jay estaba a tres semanas de su graduación y Katherine estaba en casa con su hijo de 6 meses de vida, cuando sufrió un ACV (Accidente Cerebro Vascular) masivo. Los médicos no daban esperanza de que sobreviviera. Después de una cirugía de urgencia y de pasar 40 días con soporte vital, comenzó su recuperación. Los Wolf comenzaron un largo recorrido de recuperación juntos. Katherine superó 11 cirugías y comenzó una rehabilitación cerebral que duró dos años; debió aprender a comer, a hablar y a caminar otra vez.
Mientras se acomodaban a su nueva normalidad, ambos se aferraron a su fe en la soberanía de Dios. Ellos creían que el ACV no había sido un desvío de Su plan, aunque su vida había tenido un vuelco devastador. A lo largo de todo este proceso, los Wolf fueron comentando sus experiencias en los medios sociales y gente de todo el país se sintió atraída por su inquebrantable esperanza. Katherine deja bien en claro de dónde proviene esa esperanza.
«La profunda esperanza que ha impulsado mi recuperación y nos permite seguir adelante y continuar hasta este día está arraigada en Jesús», dice.
REDEFINAMOS «SANIDAD»
Los Wolf pronto se dieron cuenta de que Dios les estaba dando una excelente plataforma para mostrar Su eterna bondad a una sociedad que, al enfrentarse a una crisis médica, solo ve desesperación. ¿Cómo era posible que Katherine hubiera ganado en gozo y en propósito para su vida, cuando su cuerpo había perdido gran parte de su capacidad? «Había mucha gente que nos alentaba, diciendo: ‘Tu historia es importante; me cambió la vida. Me ayudó a acercarme a Cristo’», explica Jay. «Sabíamos que esta historia y el hecho de que Katherine haya sobrevivido, su recuperación, su capacidad para comunicarse, la personalidad que nunca perdió y todos estos factores, no eran una casualidad». Ambos se maravillaban de que Katherine pudiera escribir con una mano en su teléfono y llevar a personas que sufrían en todo el mundo el mensaje de la esperanza de Cristo. Su mensaje es: «Lo que realmente necesitamos sanar es nuestra alma, no nuestro cuerpo». A medida que aumentaba la fuerza física de Katherine, los Wolf comenzaron a viajar para dar charlas y pudieron ver los maravillosos frutos de usar su historia para alentar a personas que tenían cuerpos, cerebros, y corazones dañados. Jay puso en suspenso su carrera de Derecho para iniciar una organización sin fines de lucro, «Hope Heals», (La esperanza sana) y ambos se lanzaron a un ministerio de tiempo completo con un lema: Redefinamos la sanidad. Manifestemos esperanza. Su mensaje llega a diferentes tipos de oyentes.
Katherine dice que han recibido respuestas de personas que sufren todo tipo de problemas, todas con necesidad de esperanza y de sanidad perdurables. Katherine no duda en afirmar, muy sinceramente, que al principio no deseaba ser «la chica que está en silla de ruedas y habla de su milagro». Pero con el tiempo, llegó a valorar el extraño don de mostrar a los demás su quebrantamiento. La silla de ruedas le dio la capacidad de conectarse rápidamente con el dolor que todos llevamos por dentro; lo que ella y Jay llaman «las sillas de ruedas invisibles».
ACEPTAR LO BUENO Y LO DIFÍCIL
Cinco años después de comenzado el ministerio, Hope Heals continúa creciendo y desarrollándose. Los Wolf muestran con refrescante vulnerabilidad y humor las dificultades que conlleva vivir en esta tierra y la necesidad de confiar en Cristo.
En 2015, la buena historia de los Wolf inició otro nuevo capítulo, con la llegada de su segundo hijo. Su segundo nombre fue puesto en honor al médico que ayudó a salvar la vida de Katherine. Jay escribió en su blog que el nacimiento de su hijo fue «un nuevo recordatorio de carne y hueso, de la historia del evangelio: nueva vida donde no debería haber ninguna». Katherine dice que le encanta cómo Dios les enseña a sus hijos a vivir «lo bueno y lo difícil» viendo a sus padres atravesarlo día tras día.
FACILITANDO UNA COMUNIDAD DURADERA
En abril de 2016 los Wolf escribieron un libro sobre su historia. Al año siguiente comenzaron el campamento de Hope Heals en Alabama para ministrar a personas y a familias con discapacidades, un grupo demográfico que muchas veces se encuentra aislado. El campamento de Hope Heals facilita una comunidad duradera a partir de las discapacidades que todos tienen. El año pasado hubo más de 450 participantes y voluntarios de 19 estados, con 20 tipos de discapacidades diferentes. Sus edades iban desde los pocos meses de vida hasta los 73 años.
«De esos campamentos surge una comunidad muy única, muy unida», reflexiona Katherine. «Cuando las personas que tienen discapacidades ven a otros en su misma situación, se conectan profunda y rápidamente porque saben que se necesitan mucho unos a otros». De hecho, los Wolf han descubierto una maravillosa fortaleza en necesitar a los otros que es contraria al énfasis en la independencia tan prevalente en el mundo occidental. «Depender de otro no significa que seas débil, fracasado o incapaz de ser fuerte. De la misma manera, otros dependen de ti, y esa es realmente la imagen de la compasión», dice radiante Jay. «Katherine tiene una inmensa cantidad de cosas para ofrecernos al mundo y a mí, y yo también puedo ofrecerle muchasa ella, pero es un camino de ida y vuelta,ciento por ciento». Ellos han adoptado 2 Corintios 12:9: «Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo».
«La belleza de vivir con una discapacidad es que no hay otras opciones, así que pronto aprendes que debes tener a otras personas en tu vida», dice Katherine. «Crea una comunidad hermosa. Creo que esa es una razón por la que hacemos estos campamentos de verano».
UN ASIENTO RESERVADO A LA MESA
En una escala más amplia, los Wolf tienen la meta, de aquí en adelante, de empoderar a la iglesia para que alcance a los discapacitados. Ellos constituyen el grupo más numeroso de quienes no asisten a la iglesia en los Estados Unidos y en el mundo, un 20% de la población. «Es una oportunidad enorme. No hay que ir a África a ministrar al grupo no alcanzado más numeroso. Están ahí mismo, en tu comunidad. Es maravilloso», dice Jay. Los Wolf instan a las iglesias a crear más oportunidades para que personas discapacitadas y sus familias experimenten el amor de Cristo. Esto puede significar ofrecer una noche de descanso, cuidar a niños con discapacidades, o construir instalaciones accesibles; o tener cuidado para niños especiales los domingos, para que la madre de un niño autista sienta que puede asistir.a una reunión de adoración, tranquila por primera vez.
Katherine ha sido inspirada y fortalecida por el ejemplo de su amiga, la mundialmente famosa escritora y promotora cristiana, Joni Eareckson Tada, que quedó cuadriplégica a los 17 años. «Me encantan las palabras de Joni cuando dice que ella tiene un asiento a la mesa. Por supuesto que sí. Pero necesita ayuda para abrir la puerta para llegar hasta la mesa. Me encanta esa idea de que las personas discapacitadas tienen, de hecho, un asiento reservado en la mesa. Pero necesitarán ayuda para llegar hasta allí», dice.
ESPERANZA PARA EL FUTURO
En una década, Katherine y Jay pasaron de ser unos estudiantes universitarios sureños, a recién casados en Los Ángeles, a ministros y comunicadores itinerantes de la esperanza del evangelio. Al mirar atrás, pueden ver la mano de Dios en todo. «Diez años después del ACV, realmente puedo ver que este era el plan para mi vida. No es algo enteramente diferente de cómo la vida tenía que ser para mí; esto es exactamente lo que Dios quería para mí», asegura Katherine. «De hecho, Dios me estuvo preparando toda la vida para esto, desde que entretejía mi ser en el vientre de mi madre».
Es un llamado que jamás hubieran imaginado, pero por el que no podrían estar más agradecidos. «No nos pasa desapercibido que esto es un gran don, un honor enorme, y algo tremendamente importante que debemos administrar bien», reflexiona Jay. «Para mí es un gozo poder hacerlo junto con Katherine». El año pasado ambos hablaron a un total estimado de 130, 000 personas en 15 estados. Mientras tanto, continuaban las luchas con la salud física: Katherine estuvo a punto de sufrir otro ACV en mayo pasado, y se rompió una pierna hace un par de años, algo que retrasó el proceso de volver a aprender a caminar. «Para todos existe la posibilidad, a la vuelta de la esquina, de que la vida se desvíe por completo de cómo nosotros pensábamos que iba a ser», reflexiona Jay.
«Pero creo que estos diez años nos han enseñado a estar siempre ciento por ciento presente en el momento, y lo que Dios nos pone por delante ahora, pero, al mismo tiempo, no aferrarnos demasiado. Vivir en esa tensión constante ha sido la lección que hemos estado aprendiendo durante estos diez años». ¿Y cuáles son sus sueños para la próxima década? «Hemos vivido muchas cosas, hemos recibido muchas cosas, y ahora queremos dar muchas cosas a otros. Tenemos esperanza para el futuro», declara Jay. «Si no fuera discapacitada, estaría muy triste», ríe Katherine, por lo absurdo que esto suena. «Me imagino que la mayoría de la gente daría cualquier cosa por poder caminar de nuevo, o conducir un auto de nuevo, o cualquier otra cosa de nuevo.
Sin duda, hay cosas que me molestan; cosas que no puedo hacer, o limitaciones físicas, pero probablemente, yo diría que un 99 por ciento de todo esto es genial. Amo mi vida, y diría que lo que quiero para los próximos diez años es más de esta buena vida que tengo».
Courtney Keen se especializa en comunicaciones sin fines de lucro, con preferencia por los comunes, los descartados, los olvidados. Ha informado sobre el trabajo humanitario internacional en lugares como Myanmar, Vanuatu y, más notablemente, Nepal, después de los terremotos del año 2015. Su trabajo en el país incluye organizaciones en la ciudad de Nueva York,Carolina del Norte y Nashville, su amada ciudad natal. Lee sus escritos en courtneykeen.com.