Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Jeremías 31:33
Un nuevo pacto, el plan redentor de Dios en acción. Esa es nuestra gran esperanza. El pueblo de Israel abandonó su parte del antiguo pacto, adorar y vivir para Dios. Este antiguo pacto se le dio a Moisés, pero el pueblo no guardó este pacto.
El profeta Ezequiel nos da un vistazo de cómo sería un nuevo pacto que estaría escrito en nuestros corazones para siempre: «Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra» (Ezequiel 36:26-27).
Todo aquel que cree en Jesús es morada del Espíritu Santo. Nuestro Salvador murió sin merecerlo para regalarme la vida eterna que yo jamás podría obtener. Ahora tengo el privilegio de dar a conocer a otros que Jesús es el Salvador, quien nos perdona y nos da el Espíritu Santo para guiarnos.
«Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, pero el espíritu vivifica» (2 Corintios 3:4-6)
Señor, Tú eres nuestra gran esperanza. Gracias por cambiar mi corazón de piedra y darme un corazón de carne. Amén.
Por Carolina Santander
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