por Thom S. Rainer
El pastor no lo vio venir.
Por supuesto, hubo algunos indicios y señales, pero nada que lo preparara para la reunión del sábado con el comité de personal.
Le dijeron que debía renunciar. No hubo ninguna explicación. Hasta ese momento sólo había recibido buenos comentarios. Algunas de las personas del comité de personal eran sus amigos y lo habían apoyado.
Estaba sorprendido.
El pastor estaba produciendo cambios en la iglesia. La iglesia estaba creciendo y vibrante. Pero a un par de débiles miembros del personal no les agradó la dirección y esperaban que rindiera cuentas. Ellos se aliaron con un conocido miembro revoltoso y fueron al comité de personal. Allí presentaron su perspectiva.
Al pastor nunca se le preguntó la suya. Él podría haber luchado contra este débil comité de personal y habría ganado con probabilidad. Pero él no quería dividir la iglesia que amaba.
Él renunció.
Por el bien de la iglesia que amaba, renunció. Él fue otra víctima más del consorcio eclesiástico.
Un consorcio eclesiástico es una alianza de personas revoltosas y sus seguidores, cristianos carnales e incluso no cristianos, en la iglesia. Su objetivo final es obtener lo que quieren. Se alimenta de poder egoísta.
No hablamos mucho de consorcios eclesiásticos. Después de todo, hacerlo no es algo «cristiano». Pero estos existen en demasiadas iglesias, y si no los exponemos, continuarán causando estragos.
Estas son cinco realidades muy peligrosas de los consorcios eclesiásticos:
- Cuando se le da poder a un consorcio, la iglesia ya no es saludable. El consorcio, por definición, es egoísta y está sediento de poder. Si los miembros de una iglesia permanecen callados y no confrontan este mal de manera directa, la iglesia ya está enferma.
- Un consorcio eclesiástico deja personas heridas y moribundas. Si tienes alguna duda de esto, por favor lee mi publicación titulada «Autopsy of a Deceased Pastor» [Autopsia de un pastor difunto]. Lee los comentarios. Mira el dolor y las preguntas y la derrota que deja el consorcio.
- Los consorcios eclesiásticos alejan a los líderes sanos. A algunos de estos líderes los aleja el consorcio. Otros se van por decisión propia porque quieren estar en una iglesia gozosa y saludable. Su partida agrava los problemas de estas iglesias.
- Los consorcios eclesiásticos hacen que los líderes trabajen con miedo. En vez de crecer en su fe, los líderes de la iglesia pasan con frecuencia más tiempo preocupados por el impacto de sus decisiones en el consorcio. Estos líderes saben que el consorcio irá tras ellos si van en contra de sus deseos.
- En la Escritura se nos dice que manifestemos el fruto del Espíritu; un consorcio eclesiástico hace que la iglesia haga justo lo contrario. Gálatas 5:22-23 deja claro el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Los consorcios eclesiásticos producen ira, desacuerdos, ansiedad, impaciencia, maldad, miedo, maltrato y caos.
Las iglesias donde hay consorcios con frecuencia saben de su presencia. Saben quien es el revoltoso. Saben quiénes lo siguen. Los ven. Los oyen. Y con frecuencia, les temen.
Los líderes valientes tienen que enfrentar y detener a los consorcios eclesiásticos. Si nadie tiene la voluntad, la iglesia ya está camino al declive y a la muerte.
Este artículo fue publicado originalmente en ThomRainer.com y se usó con permiso del autor.