Mientras revisaba Facebook hace unos días, me sorprendió lo que ví: otro pastor envuelto en una maraña de inmoralidad y vergüenza por vivir una vida secreta. Más chocante aún fue saber que conocía a ese pastor. Mientras leía el artículo, quedé anonadado al ver las acusaciones y la realidad de los efectos que este reprensible pecado tendría sobre su familia y su iglesia. De inmediato, entré en la otra habitación y, puesto de rodillas con mi esposa, oré pidiendo gracia y misericordia en nuestras vidas, nuestro matrimonio y nuestro ministerio. Me quedé con este pensamiento: ningún nivel de celebridad, crecimiento o relevancia vale más que tu integridad.
Estoy agradecido de que, temprano en mi caminar con Cristo, mi pastor me enseñó repetidas veces a ser un hombre íntegro. Una vez me contó la historia de un hombre de negocios exitoso, con una esposa hermosa, hijos y un buen nombre en su comunidad. Sin embargo, ese mismo hombre estuvo dispuesto a jugarse su integridad en una relación adúltera con su secretaria. Nunca olvidaré las palabras de mi pastor: «¿Vale la pena? ¿Vale la pena perder todo lo que tienes por un momento de placer efímero? Hermanos, el diablo les dirá que el pasto es más verde del otro lado, pero es mentira. Es mejor pastar donde nos ha puesto el Señor».
Proverbios 5:8 advierte en contra de descender por el camino de la mujer inmoral: «Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel». Descender por el camino ancho de la inmoralidad sexual es muy costoso. De hecho, Proverbios 5 procede a decirnos que una vida en este camino llevará a que:
- pierdas tu honor
- pierdas todos tus logros
- extraños reciban tu riqueza
- alguien más disfrute el fruto de tu labor
- te angusties y gimas en tu cuerpo
La pregunta que tenemos que hacernos es: «¿He decidido que mi integridad moral no está a la venta?». Estas son algunas cosas que he aprendido de otros hombres de Dios que han decidido no vender su integridad moral.
Mantente cerca de la cruz.
En 1 Pedro 2:24 dice: «quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia». Al recordar nuevamente lo que Cristo hizo por nosotros, despertamos nuestro deseo de vivir para Su gloria y no para la nuestra. Mantenerse cerca de la cruz a diario significa morir a nuestros deseos, tomar nuestra propia cruz, y seguirlo. También es confiar en que Él es suficiente. Es difícil caer cuando estamos, a diario, de rodillas frente a nuestro Salvador, buscando Su voluntad y siguiéndolo con gozo.
No le guardes secretos a tu esposa.
Si te estás preguntando si te casaste con la mujer correcta, mira al otro lado de la habitación, mira fijamente a los ojos de tu esposa y dí «¡sí!». Ya que te casaste con la mujer correcta, no hay ninguna razón para guardarle secretos.
¿Si tu esposa accediera tu teléfono en este momento, se sorprendería con lo que encuentre? ¿Qué tal tu laptop o la computadora de tu trabajo? Mi esposa conoce mi horario y sabe dónde estoy. De hecho, ella no me pide que se lo diga, yo lo hago por mí mismo. Deberíamos desear ser libros abiertos delante de nuestras esposas y nada debiera ser una sorpresa para ellas.
Rinde cuentas en el cuerpo.
Estoy agradecido de varios hermanos cercanos a quienes puedo llamar para que me aconsejen o confronten mi pecado si lo ven. Es triste que muchos no tienen este tipo de amistades en la vida y, en cambio, caminan solos. Proverbios nos dice que el hierro se afila con hierro, y un hombre afila a otro. ¿Necesitas ser afilado? Busca hermanos que puedan servirte en esa área de tu vida.
Conoce tus debilidades.
La Biblia nos recuerda en 1 Corintios 10:12: «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga». No somos invencibles ni inmunes ante la tentación que nos lleva a pecar. Tenemos que estar alerta y ser sobrios en nuestro caminar diario. Cuando oigo del fracaso moral de un pastor, mi corazón se entristece. La realidad es que no soy nada sin la gracia de Dios sobre la cual estoy de pie y en la cual confío.
¿Qué decisiones has tomado para cuidar tu integridad moral?