POR ROBERTA JONES
Aunque José nació hace 3900 años,1 las emociones humanas son las mismas hoy que entonces. Los parientes de José muchas veces eligieron actuar con odio y engaño. Hubo favoritismo, temor y celos. Los conflictos en su vida llevaron a José a un pozo cananeo, una caravana de ismaelitas vendedores de especias, una cárcel egipcia y finalmente, a las glorias de Egipto. Pero Dios lo guió en cada una de esas aventuras.
LA FAMILIA DE JOSÉ
La historia familiar afectó a José y a sus hermanos. Con trucos y engaños, Jacob recibió la herencia de Esaú y la bendición de Isaac, su padre (Génesis 25:27-34; 27:33-36).2 Labán engañó a Jacob para lograr que se casara con Lea; Jacob tuvo que trabajar otros siete años más antes de poder casarse con su amada Raquel. Lea tuvo hijos en un matrimonio sin amor. Raquel no podía tener hijos y culpó a Jacob, viendo cómo Lea y dos esclavas sí le daban hijos a su esposo (29:16–30:21).
Finalmente, Raquel dio a luz a José (30:22-24). Reinaba la confusión. Raquel y Lea no querían a su padre. Jacob se sentía engañado por su suegro. Raquel robó los dioses de su padre y mintió para ocultarlo.
Pero Jacob involucró a su familia y a toda su casa en la marca de hitos espirituales, actos que honraban a Dios y mostraban Su obra. Dios le habló a Jacob en un sueño, y él lo adoró en Bet el. Jacob luchó con un ángel toda la noche; como consecuencia de esto, el Señor cambió su nombre por Israel. En otra ocasión, la familia de Jacob adoró a Dios en Betel. Jacob alentó a todos a abandonar los dioses extranjeros. Estos hitos espirituales constituían oportunidades para adorar a Dios.3
VENDIDO COMO ESCLAVO
La disfunción familiar continuó. Un regalo encendió la chispa del odio. Jacob le regaló a José una túnica de muchos colores (37:3-4). Los hermanos sintieron que su padre no los amaba, y odiaron a José. El joven les contó dos sueños que sugerían que toda su familia se inclinaría ante él, y los hermanos lo increparon: «¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros?» (v. 8). El odio y las tensiones iban en aumento.
Mientras José, de 17 años, iba a ver cómo estaban sus hermanos y los rebaños, ellos se pusieron a pensar qué hacer con «el soñador». Excepto Rubén, los hermanos envidiosos le quitaron la famosa túnica a José, lo arrojaron a un pozo vacío y luego lo vendieron a una caravana de ismaelitas que comerciaban con especias. Después, mojaron la odiada túnica en sangre de cabra. Naturalmente, Jacob pensó que un animal salvaje había devorado a su amado hijo. Los hijos culpables y las hijas inocentes trataron de consolar al padre, pero él se negó a ser consolado (vv. 19-35). Como señal de profundo dolor, Jacob se vistió de cilicio, una tela gruesa y áspera hecha de pelo de cabra.4
JOSÉ EN EGIPTO
Dios acompañó a José hasta Egipto y el río Nilo.5 Aunque era inocente, y esclavo, José acabó en una cárcel egipcia. Allí, se enteró de dos sueños y predijo la liberación del copero del Faraón. El copero salió de la cárcel, pero se olvidó de José.
Tiempo después, Faraón se sentía inquieto por causa de dos sueños que había tenido. Siete vacas bien alimentadas salían del Nilo y pastaban entre los juncos. Pero luego, siete vacas enjutas y feas se comían a las vacas sanas. Después, soñó con manojos de granos, algunos rebosantes y otros anémicos. Entonces, el copero de Faraón recordó a José, que aún seguía en la cárcel. El preso fue convocado de urgencia y predijo siete años de abundancia seguidos por siete años de escasez. Faraón ascendió a José a administrador del cereal recogido y almacenado, y le dio una esposa. José supervisó las cosechas durante los siete años de abundancia y tuvo dos hijos. Llegó la hambruna, y José proveyó cereales al pueblo que pasaba hambre.
UNA REUNIÓN FAMILIAR
Un día, diez hermanos israelitas se inclinaron ante el poderoso egipcio. José los reconoció, pero decidió poner a prueba el carácter de ellos. Les habló con dureza por medio de un intérprete y los acusó de ser espías. Después de un breve encarcelamiento, los hermanos fueron liberados, y José escuchó sus conversaciones. Así se enteró de que ellos temían a Dios y estaban arrepentidos de haber vendido a su hermano. José exigió ver al hermano más joven en el siguiente viaje de los diez. Así fue como nueve de ellos, totalmente desconcertados, regresaron a su tierra con comida, dejando a Simeón en manos del exigente supervisor de cereales egipcio. Tiempo después, regresaron con Benjamín. José acusó a Benjamín de robarle. Judá, que había estado ansioso por vender a José, ahora le rogó que le permitiera tomar el lugar de Benjamín, preocupado, pensando que su padre moriría si perdía al más pequeño.
José reconoció el cambio en el corazón de sus hermanos y se dio a conocer. Los hermanos, atónitos, contemplaron a ese hombre con ropas de realeza, cadena de oro y el anillo de oro de Faraón. ¿José? ¿Es que se habían inclinado ante su «hermanito»? Finalmente, se acercaron. Él les aseguró que Dios lo había enviado con anticipación para preservar sus vidas; la hambruna iba a durar cinco años más. José preparó carros para el viaje de regreso de sus hermanos a Canaán y los instó: «No riñáis por el camino» (45:24).
Jacob involucró a su familia y a toda su casa
en la marca de hitos espirituales, actos que
honraban a Dios y mostraban Su obra.
VIDA Y MUERTE EN EGIPTO
Jacob llegó a Egipto, y José lloró de felicidad. Instaló a los refugiados en una buena tierra egipcia. Diecisiete años después, Jacob murió en Egipto. Su último deseo había sido ser sepultado en Canaán y José honró su pedido.
Décadas después, cuando se acercaba el momento de su propia muerte, José también les pidió a los israelitas que trasladaran sus huesos cuando Dios liberara a Su pueblo de Egipto. José murió, y los egipcios lo embalsamaron, utilizando especias. ¡Qué ironía! Cuando solo era un adolescente, José había llegado a Egipto en el carro de unos vendedores de especias. Los embalsamadores pusieron su cuerpo en un ataúd, en un salón. El silencioso ataúd era testimonio de la mano de Dios que había guiado a José en el pasado, y del liderazgo y la integridad de José.
¿Qué podemos aprender de esto? Podemos aprender que Dios es fiel. Jacob adoraba al Dios todopoderoso; que Dios cumple Su pacto con Israel. Vemos que el remordimiento y la culpa pueden permanecer durante mucho tiempo. Cuando los hermanos se presentaron por primera vez delante de José, hablaron entre sí de aquella vez cuando habían oído los ruegos de su hermano después de lanzarlo al pozo. Años después, seguían escuchando los gritos angustiados de José. Aquí vemos el poder del perdón.
1. Esta fecha es tomada de la línea de tiempo del Antiguo y el Nuevo Testamento, de Biblical Illustrator (Nashville: Lifeway Christian Resources, 2012). Disponible en Internet: www.lifeway.com/biblicalillustrator.
2. Lloyd Stilley, «Joseph: Walking with God in a Dysfunctional Family (Gen. 37:1-4)», lifeway.com. [En línea: consultado el 30 de agosto de 2013]. Disponible en Internet: www.lifeway.com.
3. «Sackcloth», en de Eugene E. Carpenter y Philip W. Comfort, Holman Treasury of Key Bible Words [TREASURY] (Nashville: Holman Reference, 2000), p. 158.
4. Carl E. De Vries, «Nile» en Wycliffe Bible Dictionary, eds. Charles F. Pfeiffer, Howard F. Vos y Juan Rea (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1998), p. 1206.
5. Keil y Delitzsch, The Pentateuch, pp. 265-266.
Roberta Jones es profesora de Biología y Ciencias del Ambiente (retirada) en Mid-Continent University, en Mayfield, Ky.
Este artículo fue tomado de EBPLV | Invierno | 2022