POR DWAYNE MCCRARY
Orar diariamente nos recuerda la importancia de la salvación y nuestra responsabilidad de transmitirla a otros.
Pedí a algunos amigos que completaran la siguiente oración: «Mi día no está completo si no…» Algunas de las respuestas recibidas fueron: Me tomo un café grande; me paso el hilo dental (este es el amigo que más me preocupa); me como una manzana; me fijo cómo estará el clima hoy; recibo un mensaje de texto o una llamada de ( ); hago ejercicios; me como un postre; hago sonreír a alguien; leo, al menos, un versículo de la Biblia.
Si alguien le hubiera preguntado esto a Arthur Flake (el primer director de Escuela Dominical en la Junta Bautista de Escuela Dominical, actual Lifeway Christian Resources), su respuesta hubiera sido: «Mi día no está completo si no oro por una persona perdida, con la esperanza de poder llevarle a ella, el evangelio de una manera específica». Flake tuvo un gran impacto en el crecimiento de la Escuela Dominical en la primera mitad del siglo pasado. Él convocó a los maestros y maestras de la Escuela Dominical para que oraran cada día por las personas perdidas que sus grupos estaban tratando de alcanzar.
¿Por qué todos los días?
Una parte de mí se pregunta por qué no oramos todos los días por las personas perdidas. Quizá oremos todos los días por un amigo que está pasando un tiempo con problemas hasta que sale de ellos; ¿por qué le prestamos más atención a eso que a la salvación de una persona? Sin duda, las necesidades de estos amigos son reales y apremiantes, pero ¿cuánto más lo es el destino eterno de una persona? Orar diariamente nos recuerda la importancia de la salvación y nuestra responsabilidad de transmitirla a otros. Si hablar de Cristo es una actividad diaria, entonces, orar por aquellas personas a las que les hablaremos sin duda, también debe ser una actividad diaria.
¿Por qué por nombre?
Los nombres son importantes. Cuando escuchamos un nombre, de inmediato surgen en nuestra mente imágenes de una persona que lleva ese nombre. La simple mención de un nombre nos puede hacer sonreír, hacer una mueca o sentir otras emociones. El nombre crea una identidad que va más allá de una mirada casual. Orar por una persona por nombre también nos lleva más allá de una oración casual. ¿Cuántas veces hemos orado por «todos los misioneros del mundo» sin que un solo rostro o un solo nombre aparezca en nuestra mente? Hay algo especial en orar por alguien por su nombre. Nos conectamos con esa persona de manera especial. Cuando oramos específicamente por una persona, hay compasión, empatía y urgencia en nuestra oración.
¿Por qué por la oportunidad de hablar?
Muchas veces, le pedimos a Dios que envíe a alguien a hablar de Jesús con un familiar o un vecino nuestro, pensando que Él enviará a alguien que no seremos nosotros. Es ciertamente posible que Él envíe a otro para hablar con esa persona por la que estamos orando, pero también es posible que nos esté preparando a nosotros mismos para tener esa conversación.
¿Qué sucedería si comenzáramos a considerar la oración por los perdidos como una necesidad diaria? ¿Cómo influiría eso en los grupos de estudio bíblico que lideramos?
Dwayne McCrary es líder del equipo de Explore The Bible (adultos). Para más información sobre el tema de orar por medio de la Escuela Dominical, descarga gratuitamente un PDF de su libro (en inglés) It Begins with Prayer.
Este artículo fue tomado de EBPLV | Invierno | 2022