POR JEANNIE CUNNION
Todos los padres quieren ser perfectos, pero ¿cómo puede el Señor enseñar a sus hijos a través de sus imperfecciones?
Por tanto, para que no me exaltase, me fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás para atormentarme y que no me exaltase. En cuanto a esto, le supliqué tres veces al Señor que me dejara. Pero él me dijo: ‘Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.’ Por tanto, de buena gana me gloriaré más aún en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo. Así que me complazco en las debilidades, los insultos, las penalidades, las persecuciones y las dificultades, por amor a Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.