por Chris Hefner
A pocas personas les gusta la confrontación. La mayoría de la gente que conozco la evita. Por eso, es entendible que con frecuencia los pastores sean precavidos con la confrontación. Un amigo pastor compartió conmigo una historia de cómo la confrontación terminó con su ministerio en la iglesia. Él se dio cuenta que un diácono en servicio estaba siendo infiel a su esposa. Al reunirse con los diáconos para considerar la situación y confrontar al diácono con su pecado, ellos se negaron a apoyarlo. El liderazgo de la iglesia prefirió ser indulgente con el pecador antes que confrontar el pecado. El pastor terminó dejando la iglesia. Aunque este es un ejemplo extremo, nos recuerda que los líderes espirituales tienen una responsabilidad bíblica importante; la necesidad de confrontar a otros con su pecado.
Los ejemplos de confrontación en la Biblia son constantes, desde el profeta Natán (2 Samuel 12) hasta Nehemías (Nehemías 5), Jesús (Mateo 18) y Pablo (1 Corintios 5). Mi esperanza es que la siguiente lista (tomada principalmente de Nehemías 5:1-13) te ayude la próxima vez que tengas que confrontar a alguien que esté viviendo en pecado.
- Ten la seguridad de que la confrontación es la única opción. Convencer de pecado y reconciliarnos con Dios es responsabilidad del Espíritu Santo. No todos los pecados de que somos conscientes en otros ameritan confrontación directa. Obviamente, un pecado público de un empleado o líder de la iglesia debe ser abordado. En situaciones donde la persona no responda directamente ante ti o esté al margen de tu iglesia y creas que debes confrontarla, ora pidiendo sabiduría y una puerta abierta para confrontar el pecado.
- Antes de confrontar, deja la meta clara: arrepentimiento y restauración. La meta de la confrontación, de acuerdo a las escrituras, no es la confrontación en sí misma. Considera no solo lo que dirás al confrontar el pecado, sino también cómo planeas aconsejar para guiar al arrepentimiento y a la restauración.
- Sé consciente de la magnitud del pecado. John Stott observó que «lidiar con pecados secretos en secreto, pecados privados en privado y solo pecados públicos en público es una buena práctica»[1]. Entonces, la confrontación debe ser directa y dirigirse solo al ofensor. No debemos agrandar el pecado al comunicar la confrontación más allá de lo necesario. Es obvio que confrontar pecados públicos es doloroso, pero tenemos que recordar que la meta siempre es arrepentimiento y restauración.
- Sé bíblico en la confrontación y en la solución. Si tenemos que confrontar y abordar un pecado, tenemos que seguir paradigmas y prescripciones bíblicas. Relaciona la confrontación con la Escritura y propón soluciones que sean bíblicas y redentoras. Anticpa que la persona se arrepienta y ofrece gracia.
- Sé claro en cuanto a las posibles consecuencias. En algunos casos, el arrepentimiento requerirá renunciar a una posición de liderazgo. En otros, pueden surgir consecuencias interpersonales o familiares. Anticipa las consecuencias mientras confrontas. Advierte y anima con claridad y honestidad. Pocas cosas buenas surgen al ser nebuloso y vago, en especial cuando se confronta el pecado.
- Sé sabio, sé paciente y busca soluciones beneficiosas. Algunas confrontaciones con miembros de la iglesia no estarán relacionadas a un comportamiento pecaminoso. Para ilustrarlo, piensa en la persona que quiere unirse al equipo de alabanza de tu iglesia y no posee el talento o la habilidad de cantar bien. Confrontar a alguien en un escenario así debería llevarnos a pensar en soluciones creativas que les ayuden a los individuos a encontrar lugares para servir de acuerdo a sus dones.
- Ora y esfuérzate por estar en lo correcto. Confrontar el pecado puede ser un asunto complicado, y Jesús nos advierte que debemos ocuparnos de nuestros propios pecados antes de ocuparnos de los de otros (Mateo 7:1-5). Si queremos tener éxito al confrontar a alguien, debemos permanecer humildes en oración. Si la motivación es arrogancia, ira, ambición o ambivalencia, solo empeoraremos las cosas.
¿Qué otras cosas deberían los pastores considerar antes de confrontar a otros con su pecado?